Segundos, (que nunca serán primeros), entre Horas Muertas.
He visto tantas lunas
Al principio, fue como un viento que erizó mis brazos
sentados, el arco iris era inmenso, la luna y el sol se sonreían cuando podían,
había tantas pestañas prestadas que no podían mirar hacia donde no bebían.
No sé si mis ojos se cerraron antes o después de
aquella lluvia de amnesia reconfortante. Todo era agradable, observable, como
lo es una vela sin rumbo, henchida de orgullo, en un mar de derivas sin
derrotas.
Los bandazos del timón mentían entre reflejos a
pleno sol, enmarañaban traiciones de un nuevo mañana eterno.
Pero llego la nube y aunque no era de noche
taponó el firmamento.
Casi sin respirar me levante del sofá y todos
mis pensamientos se escurrieron entre mis manos, Olvidos, Recuerdos, Siluetas,
Susurros... gritos, muchos gritos, se deslizaban sin remedio en la caída por un
embudo irremediable pero reconocible, cercano.
Mi desierto secreto lleno de personajes, se perdería
enterrado tobogán abajo, si no era capaz de sonreír en mi nuevo aterrizaje.
Todo tiene su tiempo.
Al principio fue como un viento, que erizó mis
brazos sentados…
Ahora...
Ahora me siento a esperar.
Y por si acaso,
mientras tanto,
se me escapan palabras entre los dedos.
Somos polvo de estrellas...
y no lo sabemos.
He visto tantas lunas…
La espuma se alumbra blanca entre nubes de noche
y mareas de cordura, mis amigos lo peces cada vez tienen más miedo, lo nota mi
prima la arena que antes de pertenecer al mar fue piedra. El agua de una
ola de mejillas dulces y sudores salados, inunda mi huella, jugamos al
escondite hasta que me rindo y me inunda, me envuelve y flotamos juntos…
durante soles y lunas, como letras cabalgando un arco iris que fertiliza nuevas
tierras entre rayos y truenos, tormentas y calmas.
¡¡Aita!!,
¡¡Aita!!
-El mar se lleva
nuestro castillo de arena-
--No te preocupes
siempre podremos construir otro.--
De camino a casa, agradezco que mi reloj de arena de una
vuelta más al rededor del cariño.
Al principio fue un viento, que erizo mis brazos sentados.
Tormenta segura con dunas cambiantes. Es tarde, la cena forzosamente
rápida, hay ojos que deben cerrarse pronto hasta mañana y se resisten con uñas
y dientes a que acabe el día, quieren recordarlo más… como en verso…
Ahora...
Ahora me siento a esperar.
Ya se duermen…
Y por si acaso,
mientras tanto,
se me escapan palabras entre los dedos.
He visto tantas lunas.
Continuará
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